VALERIA
mussio
(Tres Arroyos, 1996)
Creció en Bahía Blanca, vive en Buenos Aires.
Licenciada en Letras por la Universidad Nacional del Sur. Dirige Matrerita, editorial digital en la que publica poetas jóvenes de distintas partes de latinoamérica.
Fue ganadora de la Bienal de Arte Joven de Buenos Aires en las ediciones 2021 y 2023, categorías Poesía y Proyectos Literarios
Forma parte del proyecto Isla Invisible.
Publicó Hasta Pronto, querida, por Peces de Ciudad Ediciones (Argentina), Nuestros refugios a medio armar, por la Editorial Liliputienses (España) y Un perro no sabe que puede destruir por Alquimia Ediciones (Chile/Argentina).
Nubecita
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No lo hagas
si prendés fuego un animal que vive
va a correr huyendo del dolor
sin saber que es imposible desprenderse
de su propia carne que se incendia
el animal
prendido fuego
correrá
y sus pies calientes van a causar
la destrucción completa de esta casa
que existía mucho antes que nosotros
los que aprendimos a hacer fuego con las manos
e intentando salirse de sí mismo, va a provocar
un incendio forestal incontrolable
hasta que sus miembros chamuscados se desmayen
dejando restos que descansan libres
de culpa, de juicio y de recuerdo
porque casi todas las catástrofes que conocemos
se originan en un cuerpo maltratado
que no pudo frenar con el dolor.
tres corazones míos
tres corazones míos cabalgan
como locos, por lugares de pastos inmensos
ven vallas y saltan así
con dulzura y gracia
ven caballos y dicen “hola, caballos”
somos casi lo mismo
ven agua y la beben sin
desesperar, ven perros
y se revuelcan en el barro, juegan
a ensuciarse. tres corazones míos
cabalgan con el amor intacto
persiguen persiguen y persiguen
no temen nada
me protegen mientras me quedo quieta
me protegen de la que me dice
cosas tan feas que no me dejan dormir
cuando es de noche, cuando estoy sola
cuando me traga el cemento y el calor.
tres corazones míos cabalgan
me traen para comer cerezas
me cantan con voz dorada
no dicen nada sobre
lo chiquitas que son mis manos,
tres corazones míos como si nada
entran en mi palma
me hacen sentir que puedo sostenerlos
se duermen conmigo, en mi regazo
me aman
me aman, me aman
son en todo mejores que yo
me tratan bien mientras se alejan
no se olvidan de mirar para atrás.
vivir juntxs es una ventaja evolutiva
mi perro me rasca la pierna
para exigirme que acaricie sus orejas,
mi perro de cemento que no conoce
lo que es hacer un agujero en la tierra, clava
sus uñas filosas siempre en mis muslos
y mientras pide amor
retribuye con daño,
retribuye con marcas blancas que de a poco
se tornan rojas. este cuerpo ya empieza a tener
cicatrices que no identifico
con la memoria, acá
una aguaviva en pehuen-có, acá
un fierro sobresaliente de la ventana,
allá ya no me acuerdo y acá
mi perro
que rasca mi pierna
y si separo mi mano de su cabeza exige más,
araña y me exige más
porque en su pasado de lobo que así
como lo ves y aunque no
puedas creerlo, sí
esta criaturita de cuatro kilos tuvo
un pasado de lobo
en el que desviado sin querer de su manada
vio una mano sin pelo acercarse
con un pedazo de carne entre los dedos
y en vez de clavar sus dientes en las palmas
decidió que tocaba descansar
y lamió con suavidad su amigo nuevo
sin perder en ese acto inaugural
la involuntaria capacidad de destruir.